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OBSOLESCENCIA PROGRAMADA. Las corporaciones acortan intencionalmente la vida útil de sus productos para forzar su reposición masiva

8 febrero 2011

https://i0.wp.com/www.hoymujer.com/pic.aspx

Clic en la imagen para ver el documental

Arturo Seguí, Liberación AHORA | Comparto con todos los lectores un documental muy bien hecho acerca de la obsolescencia programada. Las cosas están diseñadas para que duren un tiempo determinado. En el documental se hacen algunos apuntes históricos acerca del nacimiento y renacimiento de la práctica de la obsolescencia programada.
Baterías que se «mueren» a los 18 meses de ser estrenadas, impresoras que se bloquean al llegar a un número determinado de impresiones, bombillas que se funden a las mil horas… ¿Por qué, pese a los avances tecnológicos, los productos de consumo duran cada vez menos?

La verdad es que todos tenemos experiencias similares, de bombillas que se están fundiendo siempre o electrodomésticos que cascan en el momento más inoportuno (al poco de vencer la garantía).

Lo interesante es saber que, de por sí, tendrían más duración. Y que a base de ingeniería se consigue intencionadamente acortar su vida.

Detrás de esa intención está el generar beneficios y trabajo. Pero ¿de verdad son bienes para la sociedad humana (o para el planeta completo) esos beneficios y ese trabajo?

1- Los Beneficios:

Sólo existen si consideramos los costes inmediatos de fabricación del producto, comparados con su precio de venta. Si consideramos todo el ciclo del producto, desde que se obtienen las materias primas hasta que se finalmente se desecha, los costes son tan tremendos que no hay realmente beneficio.

Esto está explicado maravillosamente en otro documental muy didáctico, «La Historia de las Cosas». La extracción de materiales (que produce deforestación, contaminación del agua y el aire, etc…) son también costes, a añadir a la distribución, producción, consumo y gestión de residuos. La apariencia de “beneficios” sólo existe al considerar un pequeño segmento del ciclo completo (la fabricación y venta). El resto, como parece “ajeno” al fabricante, son “ojos que no ven, corazón que no siente”. Pero para eso la sociedad debe auto-regularse mediante leyes que garanticen el bienestar de todos. Máxime en cuestiones tan insostenibles como éstas.

Un aspecto interesante que señala el documental es asimilar nuestras creaciones a la naturaleza. Ciertamente todo debe morir, para así renacer en nuevas formas. Pero no debe programarse su muerte demasiado pronto por simple codicia empresarial. Ni tampoco deben quedar residuos, acumulándose en vertederos gigantescos. Al igual que sucede en la naturaleza, los restos del viejo aparato deberán ser los nutrientes o materia prima para generar nuevos aparatos.

2- El Trabajo:

Actualmente se ve como un bien que haya trabajo para todos. Pero olvidamos que no es lo mismo trabajo que riqueza.

Cuando empezó la crisis, muchos obreros que estaban en el sector inmobiliario se encontraron sin trabajo. Para paliar esa situación, se aprobaron planes públicos de creación de empleo. Mediante uno de esos planes se reformó la calle en la que yo vivo. Antes de la reforma, era una avenida arbolada con varios carriles para circular. Tras invertir varios millones de euros y algunos meses de trabajo, se crearon aceras enormes, carriles-bici y una mediana dividiendo los dos sentidos del tráfico (que antes no existía). Para muchos vecinos, ahora la cosa está peor que antes, porque apenas se puede circular al quedar menos carriles y porque aparcar se ha vuelto casi imposible. Además hemos cambiado unas aceras normales arboladas por unas aceras enormes de cemento sin árboles, que en verano reflejan un calor insoportable.

La cuestión está en que, en efecto, durante unos meses ha habido un trabajo para un grupo reducido de personas. Primero de romperlo todo (aceras, asfalto, retirar árboles, semáforos, etc…), y después de reconstruir lo roto con mayor o menor fortuna. Pero, ¿se ha enriquecido la ciudad con ello?

Si se hubiera levantado un colegio nuevo o un hospital, después del trabajo la ciudad ahora estaría enriquecida con un colegio nuevo o un hospital. Lo mismo si el trabajo añade cualquier otra obra pública que antes no existiera (como una carretera, o una central eléctrica, un embalse, etc…). En este caso, antes del trabajo la ciudad tenía una avenida, y tras sufrir todas las molestias del trabajo la ciudad se ha quedado igual que antes, con una avenida. Indudablemente se han generado artificialmente unos pocos puestos de trabajo temporales, pero no han dejado riqueza tras de sí. Romper lo que ya estaba hecho y reconstruirlo no tiene porque ser en principio un beneficio para el colectivo (aunque sí lo es para la empresa constructora y para los que cobren comisiones por adjudicar la obra, por supuesto).

Algo similar sucede con esas impresoras, móviles, etc… que se auto-destruyen demasiado pronto. Si yo ahora me compro un electrodoméstico que no tenía antes (una batidora, una cafetera, o lo que sea), al comparar el antes y el después hay un objeto o una funcionalidad nueva que antes no estaba. Es decir, hay un beneficio o una riqueza en mi casa. En cambio si se rompe la impresora y la cambio por otra, no hay realmente un objeto nuevo o una nueva funcionalidad resuelta. Antes tenía una impresora, y después del trabajo tengo una impresora. Cambiarán detalles del modelo, pero en esencia la funcionalidad es la misma. No se puede hablar con propiedad de un aumento de mi riqueza.

¿Provocar artificialmente que la gente trabaje es una riqueza social?, ¿romper intencionadamente y reconstruir lo roto beneficia al colectivo? Yo no lo creo así. El trabajo es importante sí, pero también lo son el ocio, el deporte, el compartir la vida con los seres queridos, el auto-cultivarse, etc… Hay muchos aspectos en la vida a considerar, que no deberían empobrecerse en aras de un trabajo absurdo hiper-valorado. Lo que se busca en realidad no es el bienestar de la sociedad ni el del individuo, sino perpetuar un sistema inviable como sea. Que no se paren las máquinas, aunque estén descontroladas. Eso es lo que está en el fondo de querer convencernos a todos de que la bondad o la riqueza está en el trabajo. Lo cual conduce directamente a la pobreza espiritual y material, a menos calidad de vida para todos.

 

https://sites.google.com/site/jorge1270/imagenes/LiberacionAHORA.PNG

Sinopsis del documental en YouTube

Baterías que se ‘mueren’ a los 18 meses de ser estrenadas, impresoras que se bloquean al llegar a un número determinado de impresiones, bombillas que se funden a las mil horas… ¿Por qué, pese a los avances tecnológicos, los productos de consumo duran cada vez menos?

Rodado en Cataluña (Catalunya) , Francia, Alemania, Estados Unidos y Ghana, Comprar, tirar, comprar, hace un recorrido por la historia de una práctica empresarial que consiste en la reducción deliberada de la vida de un producto para incrementar su consumo porque, como ya publicaba en 1928 una influyente revista de publicidad norteamericana, «un artículo que no se desgasta es una tragedia para los negocios».

El documental, dirigido por Cosima Dannoritzer y coproducido por Televisión Española, es el resultado de tres años de investigación, hace uso de imágenes de archivo poco conocidas; aporta pruebas documentales y muestra las desastrosas consecuencias medioambientales que se derivan de esta práctica. También presenta diversos ejemplos del espíritu de resistencia que está creciendo entre los consumidores y recoge el análisis y la opinión de economistas, diseñadores e intelectuales que proponen vías alternativas para salvar economía y medio ambiente
Una bombilla en el origen de la obsolescencia programada

Edison puso a la venta su primera bombilla en 1881. Duraba 1500 horas. En 1911 un anuncio en prensa española destacaba las bondades de una marca de bombillas con una duración certificada de 2500 horas. Pero, tal y como se revela en el documental, en 1924 un cártel que agrupaba a los principales fabricantes de Europa y Estados Unidos pactó limitar la vida útil de las bombillas eléctricas a 1000 horas. Este cártel se llamó Phoebus y oficialmente nunca existió pero en Comprar, tirar, comprar se nos muestra el documento que supone el punto de partida de la obsolescencia programada, que se aplica hoy a productos electrónicos de última generación como impresoras o iPods y que se aplicó también en la industria textil con la consiguiente desaparición de las medias a prueba de carreras.

Consumidores rebeldes en la era de Internet

A través de la historia de la caducidad programada, el documental pinta también un fresco de la historia de la Economía de los últimos cien años y aporta un dato interesante: el cambio de actitud en los consumidores gracias al uso de las redes sociales e Internet. El caso de los hermanos Neistat, el del programador informático Vitaly Kiselev o el catalán Marcos López, dan buena cuenta de ello.

África, vertedero electrónico del primer mundo

Este usar y tirar constante tiene graves consecuencias ambientales. Tal y como vemos en este trabajo de investigación, países como Ghana se están convirtiendo en el basurero electrónico del primer mundo. Hasta allí llegan periódicamente cientos de contenedores cargados de residuos bajo la etiqueta de ‘material de segunda mano’ y el paraguas de una aportación para reducir la brecha digital y acaban ocupando el espacio de los ríos o los campos de juego de los niños.

Más allá de la denuncia, el documental trata de dar visibilidad a emprendedores que ponen en práctica nuevos modelos de negocio y escucha las alternativas propuestas por intelectuales como Serge Latouche, que habla emprender la revolución del ‘decrecimiento’, la de la reducción del consumo y la producción para liberar tiempo y desarrollar otras forma de riqueza, como la amistad o el conocimiento, que no se agotan al usarlas.

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  • PROYECTO “EL ÁGORA FRACTAL”

11 comentarios
  1. Teresa permalink
    10 febrero 2011 2:35 PM

    Asi es queridos amigos justamente ayer cambie mi impresora y le hice el comentario al vendedor de esta estafa encubierta y legal y no me pudo argumentar nada en contrario. Besitos para todos

    • 11 febrero 2011 2:56 AM

      Qué bueno, Teresa, justamente has hecho algo que me encanta hacer a mí, ir dejando caer este tipo de cosas a todo el mundo, ejjejejeje, y en efecto, practicamente nadie puede argumentar en contrario, porque ven que la cosa es veraz y evidente. Besos y a seguir despertando conciencias.

  2. 12 marzo 2011 2:38 AM

    es muy cierto que los los productos en general son desechables desde que los fabrican, y tambien es cierto que depende de nosotros el seguir con ese orden de cosas, por mi parte trato de comprar artefactos de muy buena calidad y gran durabilidad aunque al poco tiempo sean obsoletos segun la moda, pero si recordamos que compramos por el beneficio del producto y no por la moda, nos damos cuenta de que no necesitamos otro sino mantener en buen estado el que tenemos.

  3. Gina permalink
    14 diciembre 2011 4:01 PM

    Estoy aciendo un trabajo de este tema i necesito más información, alguna sujerencia (que no sea del documental)???

  4. Yazmin Banderas permalink
    28 septiembre 2014 3:53 AM

    Pues la verdad, este tipo de informacion me parese muy util, jamas pense encontrarme algo con esto, ni siquiera sabia de lo que sucedia con los aparatos que desechamos, hasta que mi profesora me puso el documental, lo vi y me parecio interesante desde el principio. Ahora ya se lo que sucede y pues tratare de no comprar lo que no usare^-^

    • 28 septiembre 2014 4:07 AM

      ^-^
      Me alegra que te haya servido.

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